José Luis Favant, autor del libro sobre bioseguridad editado el mes pasado por Eduner.
Es bastante anárquica, cada uno hace lo que puede o lo que quiere”, así define José Luis Favant la situación de los establecimientos de salud en Paraná en relación con los residuos que generan. En el libro que fue publicado por la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Eduner) el mes pasado, Bioseguridad, Bioingeniería y Residuos de Establecimientos de Salud, esa sentencia tiene un acabado respaldo y, sobre todo, números concretos: todos los días en la ciudad, entre hospitales, clínicas, centros de salud, laboratorios y consultorios odontológicos, desechan 950 kilos de residuos patogénicos. La cifra anual asciende a 324.000 kilos que tienen idéntico destino que el resto de la basura.
Reducir Ampliar
Los residuos patogénicos “son potencialmente peligrosos ya que pueden dar origen a infecciones”, indica el libro y detalla que se traducen en “potenciales problemas para la salud de los trabajadores del área, pacientes y público en general, sin olvidar la degradación del ambiente”.
Más que un estudioso del tema, Favant es un auténtico especialista. El bioquímico recibido en la Universidad del Litoral y docente universitario, posee además un master en Gestión de Residuos en la Universidad de Andalucía y otro en Física Médica del Instituto Balseiro.
“Hace más de diez años que estoy a cargo de la cátedra de Seguridad Biológica y Radiológica de la Facultad de Ingeniería de la UNER. Por una parte comenzamos con proyectos de extensión y como consecuencia de desarrollar cuestiones de seguridad biológica o bioseguridad en el área de atención de salud, detectamos que uno de los problemas que más preocupaba a la gente, tanto adentro como afuera de los establecimientos, era qué hacer con los residuos generados en esos ámbitos”, detalla.
A raíz de esa inquietud, el profesional comenzó a trabajar en una serie de proyectos, a estudiar todos los factores que intervienen en el problema y, fundamentalmente, a diseñar estrategias de prevención.
CONSECUENCIAS. “Si uno lo plantea desde el punto de vista del riesgo, todos estamos en relación con algún tipo de riesgo en nuestra vida cotidiana, ahora, el personal de salud lo tiene incrementado porque está en contacto con pacientes, algunos con enfermedades infecciosas, y el ambiente que rodea al paciente en ese momento”, precisa Favant y destaca que “la prevención es la única arma que uno tiene ante un riesgo de algo que va a suceder en algún momento”.
El manejo de los residuos patogénicos en Paraná está lejos de los parámetros de seguridad adecuados, que Favant, por ejemplo, tuvo oportunidad de observar en España.
“Habitualmente la gente lo concentra, lo mezcla, a veces lo separa, lo cual muchos dicen para qué lo vamos a separar si esto va a parar a un mismo lugar, donde se entierran los residuos de la ciudad. Lo que se realiza muchas veces es acumularlo en envases que sean resistentes, para que a la hora de manipularlos no perforen las bolsas. Esa es la prevención de momento que la mayoría hace, no todos, pero de igual forma algo se filtra”, detalla.
El especialista explica que el problema mayor se origina “cuando uno mezcla residuos que no son peligrosos con los que son peligrosos, entonces todo pasa a ser peligroso. Si uno tiene mil litros de agua limpia o potable y la mezcla con un litro de agua sucia nada más, ya tiene mil y un litro de agua sucia. Con los residuos pasa lo mismo”, ejemplifica.
En ese sentido indica que ante la inexistencia de controles “se suelen mezclar” residuos y además, en la gestión posterior, ya fuera del establecimiento de salud, “no hay una certeza de un transporte seguro, como tampoco de un tratamiento para cambiar las características de ese tipo de residuos”.
ACCIONES Y PREVENCIÓN. Favant está convencido de que “más que controles policíacos se necesita un control en base a educar y convencer de que ciertas actitudes y ciertas conductas son peligrosas tanto para uno como para terceros”.
—¿Cuáles son las propuestas que plantea para cambiar la situación de los residuos patogénicos?
—Lo que propone el libro es una forma de gestión externa, que puede estar a cargo del municipio tranquilamente, o bien puede ser tercerizada, cada cosa tiene sus pro y sus contras, pero eso ya es una definición de tipo política. Lo que está planteado es aconsejar un tipo de tratamiento, el autoclavado, que es el que observé en España. Como consecuencia del autoclavado uno tiene residuos tratados que finalmente son estériles, son muchos mejores en calidad microbiológica que un residuo común.
También está el transporte seguro: el generador transfiere los residuos a un operador, que se encarga del transporte y, a veces, del tratamiento, y del destino final.
—¿Cuál debiera ser ese destino final?
—Debiera ser un lugar diferenciado. El tratamiento con autoclave, que se somete con íntimo contacto al residuo con vapor recalentado, a unos 120 grados, y a una atmósfera de sobrepresión, termina con un 99, 99 % de los microbios que pueda contener este tipo de residuos. Gracias a ese proceso húmedo, además, los residuos se ven disminuidos en su volumen inicial en un 40 o 50 % y también pasarían a ser inocuos. De esa manera podrían ser enterrados en un relleno sanitario junto con el residuo común.
El dato
324.000
Son los kilos de residuos patogénicos desechados por establecimientos de salud en Paraná. Por día, en la ciudad, hospitales, clínicas, consultorios y laboratorios producen 950 kilos de residuos patogénicos.
Inversión y ejemplos
El trabajo de Favant contempla no sólo un análisis minucioso del problema de los residuos en establecimientos de salud y las propuestas para resolverlo, sino también detalla el marco legal y todos los elementos necesarios para la organización y puesta en marcha de un sistema de gestión de residuos para la ciudad.
“Muchas de estas cosas se ven como un gasto, pero a largo plazo esa inversión va a tener un beneficio, tanto en la seguridad en los establecimientos de salud, como en el cuidado del ambiente”, señala.
“Una de las cuestiones que vi en Europa es el cuidado con residuos peligrosos que no sólo es privativa de ciertas industrias o establecimientos de salud”, indica Favant y precisa que “todo el mundo tiene residuos peligrosos”.
En esa dirección el profesional detalla que “todo lo que son tinturas, solventes, distintos aceites, lubricantes, en caso de escaparse al ambiente pasan a ser residuos peligrosos”.
No sólo en España, sino en la mayoría de los países de Europa, según indica Favant, los residuos patogénicos “están muy controlados y desglosado lo que son las responsabilidades tanto de los operadores como de los generadores”.
Qué son los residuos patogénicos
Son potencialmente peligrosos ya que pueden dar origen a infecciones. Producidos a partir de la actividad asistencial o de investigación asociada, suponen algún riesgo potencial para los trabajadores de los establecimientos de salud y otros. La legislación define elementos como: restos de curaciones por pequeñas intervenciones quirúrgicas, restos anatómicos no identificables, bolsas y colectores de orina, recipientes de aspiración, yesos, sondas, pañales; elementos cortantes y punzantes contaminados como agujas, lancetas, pipetas, hojas de bisturí, portaobjetos, cubreobjetos, tubos capilares, tubos de vidrios o restos de estos, cultivos y reservas de agentes infecciosos, restos de análisis microbiológicos, de cultivos de patógenos y elementos que hayan estado en contacto directo con ellos (placas de Petri, hemoluctivos, extractos líquidos, caldos, instrumental contaminado, etc), restos de vacuna, bolsas de sangre, de hemoderivados, y recipientes que contengan restos de líquidos biológicos en general, de los cuales sólo se tendrán en cuenta cantidades mayores a 100 ml. Del mismo modo, se suelen incluir instrumentos o parte de ellos, contaminados con fluidos o restos de tejidos.
En rigor, para ser considerado patogénico, un residuo debe contener microorganismos viables capaces de generar enfermedades, en cantidad suficiente y con virulencia adecuada como para que la exposición a un huésped susceptible pueda originar una infección y luego enfermedad. La principal dificultad radica en que los microorganismos no son perceptibles a simple vista y hay que utilizar técnicas y procedimientos especiales para cada caso, lo que en general no tiene sentido práctico y económico o bien es imposible de controlar a cada momento.
(Fragmento de Bioseguridad, Bioingeniería y Residuos de Establecimientos de Salud, libro editado por Eduner.)