Acaban de editarse seis piezas del poeta entrerriano Arnaldo Calveyra, casi desconocido como autor teatral.
Por: Jorge Dubatti
La publicación del Teatro reunido de Arnaldo Calveyra, por el sello editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos, es un gran acontecimiento para el teatro argentino, porque permite recuperar a un autor injustamente olvidado. Con esta edición nuestro teatro se amplía otra vez desde Francia, donde Calveyra (un entrerriano nacido en Mansilla, en 1929) vive desde 1960. Habla perfecto francés, pero escribe en castellano. “Admiro a esos monstruos capaces de escribir en más de una lengua, pero en el fondo me dejan indiferente”, asegura. La dramaturgia de Calveyra –seis obras fascinantes por su extraña teatralidad que resulta de la tensión entre el teatro y la literatura: El diputado está triste, Moctezuma, Latin American Trip, La selva, Cartas de Mozart, El eclipse de la pelota– demuestra que el mapa del teatro argentino no se superpone con las fronteras geopolíticas nacionales, las trasciende. Porque los mapas teatrales no son nunca nacionales, el mapa del teatro argentino nunca es nacional, sino específico de la singular, muchas veces secreta e imperceptible dinámica territorial y transterritorial de contactos, cruces y traslados de la escena mundial. Múltiples fenómenos nos lo han demostrado antes, especialmente la obra de Copi, Jorge Lavelli, Víctor García, Alfredo Arias, Rodrigo García y de tantos otros argentinos que se fueron del país, por su propia voluntad o forzados al exilio, y realizan obra argentina fuera de la Argentina. Un mapa teatral es expresión de la “geografía humana” en términos del precursor Vidal de la Blache.
Teatro reunido permite leer “otro” Calveyra: la dramaturgia, las puestas en escena, sus prácticas de lector y espectador teatral, proveen otro ángulo que multiplica la mirada sobre su poesía y su narrativa. Según Calveyra, no hay límites de género en la creación “cuando lo que uno de veras busca es una suerte de incandescencia de la palabra que se vuelve palabra poética, palabra en un poema. Yo siempre digo en broma que llegué tarde al reparto de géneros”.
En los 50 Calveyra vive en La Plata, fascinado por Federico García Lorca y Samuel Beckett. Viaja a Buenos Aires para ver teatro. Asiste a una función de La gaviota de Chéjov, en 1953, por la OLAT (Organización Latinoamericana de Teatro), que dirige Alberto Rodríguez Muñoz y en la que actúa, entre otros, Jorge Lavelli. “Eso fue para mí un golpe de gracia”, afirma. A fines de diciembre de 1960, con una beca, se radica definitivamente en Francia. En 1962 toma contacto con Peter Brook, con quien aprende a leer Shakespeare, según Calveyra, “no de un punto de vista literario, sino de un punto de vista teatral”. En 1963 se publica en Buenos Aires El diputado está triste, que estrena en 1966 el Teatro Universitario de Córdoba, con dirección de Carlos Giménez, y recibe el ataque de la publicación fascista Los Principios, que acusa al espectáculo de “comunista”. Estalla la “Revolución Argentina” y con Onganía en el poder, se cierra el teatro y Giménez se exilia en Venezuela. Publica en Gallimard, en 1969 su segunda obra, Moctezuma, traducida al francés por Laure Bataillon. Dos años después, publica su tercera obra, Latin American Trip, también traducida al francés, en los Cahiers Renaud-Barrault de Gallimard. En 1982 comienza a escribir, en Grecia, su cuarta obra teatral, La selva, que permaneció inédita veinte años y hoy la incluye la edición entrerriana de Teatro reunido. En 1986, en la pos dictadura, Calveyra vuelve a tomar contacto con el campo teatral de Buenos Aires: el director Gustavo Schwartz le estrena Cartas de Mozart, en el C. C. San Martín. Dice entonces Calveyra: “El actor es como el balsero del Río Gualeguay, nos sacaba de una costa para dejarnos, si todo andaba bien, en la otra costa”. En 1987 publica en Actes Sud-Papiers, traducida al francés por Florence Delay, El eclipse de la pelota, que se estrena en Ivry y en Marsella.
La edición de la Universidad Nacional de Entre Ríos se enriquece con páginas de Calveyra sobre su teatro y con textos de historia, análisis y entrevista de Claudia Rosa, Sergio Delgado, Marilyn Contardi, Gabriela Olivari, Pablo Gianera, Daniel Samoilovich, Renée Saurel, entre otros, una carta de Antoine Vitez y algunas fotografías. Con este libro el teatro de Calveyra ingresa definitivamente a la escena argentina. Sus casi 700 páginas esperan ahora la lectura de teatristas que lleven estas obras a los escenarios, a los cuerpos de los actores, y descubran sus resonancias en la Argentina actual.