Por E. L. HOLMBERG. en Caras y Caretas año IX n.º 409. Buenos Aires, 4 de agosto de 1906
Existen numerosas especies de animales que puedan producir una luz más ó menos intensa, ora constante, ora fugaz, y en este último caso con titilaciones de intensidad duraderas en mayor ú menor grado, ó por emisión repentina y voluntaria que luego se apaga, hasta que vuelve a producirse la causa excitadora.
Las más conocidas son las Luciérnagas ó Linternas, escarabajos blandos, más 6 menos desarrollados, cuyas lucecillas viajeras, diminutas estrellas errantes de la noche estival, siembran en los campos y en los bosques, para todas las imaginaciones, un germen de sorpresa inagotable, un alimento del sentido del misterio, y tien¬den una red de hilos versátiles en la que borda la fantasía preludios y canciones de tonos e intensidades tan sutiles como ella.
Estos amables animalitos, diversificados específicamente por todo el mundo, tienen su símil en el mar; y aunque se trata de una clase zoológica muy distante y diferente, no por eso las Noctílucas dejan de desempeñar idéntico papel, cuando llenan de luces las saladas ondas, encienden su corona tenue en las crestas espumosas y prestan al Océano el soberbio encanto de la fosforescencia.
Parientes muy próximos de las Luciérnagas son los Tucos ó Tacas, escarabajos duros, miembros distinguidos de. una gran familia que aquí conocemos con el nombre de Salta-pericos, nombre que se les ha dado porque. cuando caen de espaldas, contraen de un modo repentino ciertos músculos, y elevando simultáneamente la parte media del cuerpo, como la llave articulada de una llanta, se alejan con violencia del plano de reposo, saltan y vuelven á caer como antes estaban, ó en seis putas, que es lo que corresponde á animales que ese número tienen.
En esa familia de los Salta-pericos ó Elatéridos, como la ciencia los ha bautizado, el vulgo distingue como Tacas ó Tucos los que llevan en el dorso un par de lámparas. Generalmente se cree que están situadas en la cabeza, mas un ligero examen revela que se encuentran más atrás, en el tórax, propiamente en el protórax: tienen una forma circular y son más ó menos convexas. Estos Tucos ofrecen una luz constante, y en la economía de la naturaleza desempeñan el amoroso papel de llamativos sexuales. En el Brasil, más de una vez, reuni¬dos en gran número en una pequeña jaula, han alegrado la lúgubre noche del esclavo proporcionándole una lámpara que iluminase sus facciones durante la conversación, ó sirviese de guía á la humilde tejedora.
Las señoritas de México los han encerrado en buches de tul ó tarlatana, para adornar sus cabezas ó vestidos en la noche de baile, mucho antes que Edison llenara de farolitos multicolores los escenarios en que el público ha encontrado el prólogo de innumerables cuentos de hadas.
Todos estos animales de la tierra ó del mar despiden una luz pálida, más ó menos verdosa ó azulada, comparable en cierto grado á luz de luna; pero ninguno de ellos puede rivalizar en esplendor y contraste con el Isondú. En general, las especies de Salta-pericos, cualquiera que sea su tipo, presentan los dos sexos semejantes con su estuche de dos piezas y las dos alas membranosas que les permiten volar.
En el Isondú la hembra no se desarrolla, sino que se estaciona en la forma de larva (vulgo gusano) y no se transforma en ninfa ni en escarabajo alado. He visto muchas maravillas en esta mi tierra argentina durante largas cacerías; pero jamás he experimentado sorpresa igual á la que me causó la presencia del primer Isondú observado vivo. Conocía lo noticia original que de él dio Burmeister en una revista de Londres hace unos 45 años; pero la impresión del vivo sólo puedo compararla con la que debe producir en una persona de temperamento artístico la contemplación de un pavo real con su abanico desplegado al rayo del sol y que nunca, lo haya visto ni pintado.
A la luz, el Isondú es un gusano insignificante; pero, en la oscuridad, iluminado, es una joya de incomparable belleza. A lo largo de su dorso existen veintidós lámparas clair-de-lune dispuestos en once pares y la cabeza brilla como un rubí encendido. Se puede pensar que existan tres especies en la República Argentina, la menor de 1 1/2 centímetros y la mayor de unos 5. En 1886 obtuve uno de estos últimos en Santa Ana de Misiones, y pasada media noche, atraídos por emanaciones de la hembra, cayeron, en la copa casi escondida que la contenía, tres machos alados, negros, brillantes con el estuche muy esculpido, dos espinitas en el extremo libre de cada una de sus dos piezas, y de unos dos centímetros de largo. Dado el carácter de la luz de los pares, he creído racional suponer que sea de la misma naturaleza que la de las Luciérnagas; pero se me ocurrió en aquella época que la roja de la cabeza se debiera á otra sustancia. En 1905 recibí de Misiones dos ejemplares vivos, uno de los cuales fué herido y dejó escapar una sangre de color rojo cróceo, algo análogo a la sangre de drago. Ahora se me ocurre que la lámpara de la cabeza debe iluminarse como las otras, pero que está envuelta por una tela vascular densa con sangre al través de la cual brilla como un rubí ó como una brasa.
Ninguna belleza literaria puede pintar un Isondú en el cerebro del más hábil lector. Cuando vea uno, recordará estas palabras.
El Isondú (gusano de luz)
Dib. del autor y de Homann