Conversación con el poeta que siempre está acá
El poeta Arnaldo Calveyra, nacido en Mansilla, anduvo por Paraná hace unos días, pero pocos pudieron aprovechar esa presencia. Los libreros se enteraron porque la inquietud fue más fuerte y provocó que los clientes habituales acudieran a pedir sus libros. En algunos ámbitos la `novedad´ de su visita circuló, se difundió. Y fue así que en la semana que pasó este escritor copó las vidrieras de las librerías locales.
Distintos proyectos editoriales tienen a Calveyra por protagonista. Uno de ellos es el volumen que reunirá toda su obra dramática, prácticamente inédita, que publicará la editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Otro, es la singular edición del poema Cartas para que la alegría, que lanzan Gustavo Gottfried e Hilda Fernández bajo el sello Mágicas naranjas (Buenos Aires) junto a dos libros más, “cuidadosamente diseñados e ilustrados para pequeños o grandes lectores de poesía... son textos sin edad, bellos, sonoros, luminosos”.
Un día antes de partir hacia París, donde hace más de 50 años reside, EL DIARIO pudo mantener una extensa e intensa –por lo inolvidable- charla telefónica con este hombre bien entrerriano que siempre vuelve a su tierra. Su voz es de una transparencia y juventud, que impacta.
Así se sucedió esta conversación, tan simple como una lluvia en el campo, quizás.
- Usted me ha dicho que es un hombre que “se fue” de Argentina. Ahora, ¿cómo es usted cuando viene?
- Cuando vengo, vuelvo a mi provincia que es la etapa principal del viaje. El país me parece una abstracción, para mí, a esta altura del partido. Naturalmente me siento argentino pero prefiero sentirme entrerriano.
- ¿Regresa siempre en la misma época?
- Si, por problemas de salud, tengo problemas cardíacos y el calor o el frío extremo me daña, entonces elijo estos meses.
- Cuénteme, ¿cómo es en su caso la tarea de hacer poesía.
- Es trabajar, sentarse a una mesa y escribir, leer y escuchar. Lo considero un trabajo.
- ¿Qué relación tiene con los poetas jóvenes?
- En una velada que se hizo en casa de Claudia Rosa, en Paraná, tuve oportunidad de escuchar sus poesías. Tienen las inquietudes que tenemos todos, de sobrevivir, de estar vivos, ésa es la condición esencial para que un poema esté vivo al cabo de un tiempo de trabajo.
- En sus textos aparece como una constante el tema de la lluvia. Esa lluvia que le cuenta cosas...
- Ah sí, ¿y a quién no?, ¿a usted no? Ahora hubo una lluvia grandísima.
- Y cuando la lluvia cae así con tanta fuerza, ¿qué le dice?
- Ahora en la ciudad, menos dice. Yo prefiero estar en el campo. En las ciudades todo está bajo techo, en cambio en el campo es diferente, el eco y la resonancia es otra, pero además la gente estaba contenta porque hacía falta el agua en algunas provincias.
- ¿Qué diría de París?
- Es un lugar donde yo puedo trabajar, donde consigo concentrarme después de tantos años de estar allá. Todavía puedo llegar a mi pieza y sentarme a escribir, dejar el teléfono de lado. París es un lugar de concentración para mí, además de ser una bella ciudad que ya conozco y puedo seguir visitando si alguien llega para ir a tomar un café; pero ya no representa para mí un hito urbano como lo es para mucha gente que no la conoce, claro, y que vale la pena conocer. Es el lugar donde puedo trabajar, no es más que eso y no es menos que eso.
PALABRA REUNIDA.
- Actualmente, ¿en qué está trabajando?
- En un nuevo libro de poemas y también en la edición de otro para (la editorial) Adriana Hidalgo. Estoy trabajando además con Allá lejos y hace tiempo, de Guillermo Hudson, además del teatro reunido que se está haciendo en Paraná, con la editorial de la UNER.
- Hacer poesía, dijo alguna vez, significa excavar cada vez más abajo.
- En mi caso sí, pero no es universal. Cada poeta tiene su método y su alter ego poético. En mi caso he escrito siempre el mismo libro, desde distintos ángulos y excavando cada vez más profundo para que las cosas salgan de otra manera cada vez. Pero lo que mueve mis poemas es lo mismo, el pasado, el tiempo, la amistad, la provincia. Creo que es lo mismo pero es la gente que la que sabe mejor que yo sobre eso. Cada poeta tiene su clave.
- A usted, ¿qué le pasa con el tiempo que pasa?
- Somos tiempo, somos memoria, somos ocasiones perdidas, somos muchas cosas que pueden muy fácilmente ir hacia la vertiente negativa del hombre. Somos todo eso y mi poesía trata de rescatar todo eso y hacer con ello una cosa menos negativa.
- ¿Cómo ve a la palabra en relación con el tiempo, la vida moderna?
- La palabra está en pugna contra el tiempo; en tanto hay palabra ya el tiempo es como si se quedara un poquito en la retaguardia, me parece a mí.
En cualquier palabra poética, la palabra dicha, me parece que el tiempo tiene como una necesidad de quedar detrás de todo esto que hablamos.
Por el teatro de Calveyra
-¿Qué artistas del teatro le llaman más la atención?
- Esquilo, Beckett y Shakespeare naturalmente son mis pilares. Habrá otros pero en estos momentos son ésos; sobre todo Esquilo.
Con ese interrogante, la charla derivó en las obras de teatro prácticamente inéditas de este autor que recién ahora podrán conocerse mejor, gracias a la publicación de la Editorial de la UNER. Calveyra contó que son obras a las que consideró “viables, puede haber otras pero no sé donde están y mejor que no estén”.
Según precisó, el volumen de UNER incluye Cartas de Mozart, Moctezuma, El eclipse de la pelota, Latin América Trip, El diputado está triste, La selva. “Cada obra son muchos años de trabajo pero la frecuencia son cuatro o cinco años por pieza”, agregó.
Qué lee, qué ve, qué escucha este hombre de letras, quiso saber EL DIARIO. “Leo mucho y releo. Leo mucho Montaigne de manera periódica y a los clásicos españoles del Siglo de Oro. Releo todo eso y también a los que recién empiezan que me mandan sus libros, de Argentina o de otros países. Escucho radio, no veo televisión y voy muy poco al cine”, dijo.
- ¿Por qué razón no mira televisión?
- Porque es una degradación del ser humano ver televisión, poco a poco. Y en la Argentina no le digo nada. Muchas de las cosas que suceden aún en el plano político, es la televisión la causante de todo eso, la mediocridad absoluta.
- Volviendo al teatro, ¿quiénes fueron sus maestros?
- Así como Mastronardi lo fue en poesía, algunas puestas en escena, mágicas, como el Marat Sade (Peter Weiss) o el Rey Lear (Shakespeare) de Peter Brook, son puestas que exceden toda capacidad de comprensión, por la magia, por la importancia y por el talento puesto. Es más que todo, más que lecturas. Eso fue el viaje, irme de aquí a Francia.
- Lo último que quería decirle, que quizás debería haber sido lo primero...
-No importa, no importa.
- ...es que el contacto con Ud. surgió a partir de los poetas que están detrás del sello Mágicas naranjas, que lo involucra... ¿Qué le parece ese proyecto?
- Me encanta, me parece que es una de esas cosas para fundar una ciudad. Que los chicos puedan leer cosas de interés y no estupideces, sacarlos un poco de la televisión.
Yo sé que la tarea es ímproba pero bueno, ellos, dos personas (los editores Gustavo Gottfried e Hilda Fernández) pueden manejar y mover mucho más de lo que uno cree, en el buen sentido de la palabra.
Sé que los tiempos pueden más que uno pero justamente hay que luchar con la palabra, con la bella palabra, bellos poemas, bellas imágenes. Es más que linda y más que buena idea. Nos quedamos cortos.
Del Libro de las mariposas
Mandarte noticias con los barriletes, con el hilo invisible de las venas.
Oírse la respuesta con el oído sobre la tierra del campo.
He corrido al lugar de donde se volaron esos pájaros, de allí vuelvo, de ese lugar vacío entre las manos.
AL MARGENPoesía e infancia. “Porque poesía e infancia habitan un mismo territorio, queremos recrear en cada libro ese universo mágico y lúdico, donde las palabras se encuentren con las imágenes y los nuevos lectores con los grandes poetas”, eso dicen los editores de los tres primeros libros del sello Mágicas naranjas que a fines de noviembre, presentará Cartas para que la alegría, de Calveyra, con ilustraciones de Martina Fraguela; Variaciones de la luz, de Diana Bellessi y Azar y necesidad del benteveo, de Alicia Genovese.
Dramaturgia. La Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Eduner) prepara la edición de los textos teatrales producidos por el escritor entrerriano Arnaldo Calveyra, entre los años 1956 – 1988, con un estudio preliminar e introducción a cargo de la profesora Claudia Rosa.
Distintos proyectos editoriales tienen a Calveyra por protagonista. Uno de ellos es el volumen que reunirá toda su obra dramática, prácticamente inédita, que publicará la editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Otro, es la singular edición del poema Cartas para que la alegría, que lanzan Gustavo Gottfried e Hilda Fernández bajo el sello Mágicas naranjas (Buenos Aires) junto a dos libros más, “cuidadosamente diseñados e ilustrados para pequeños o grandes lectores de poesía... son textos sin edad, bellos, sonoros, luminosos”.
Un día antes de partir hacia París, donde hace más de 50 años reside, EL DIARIO pudo mantener una extensa e intensa –por lo inolvidable- charla telefónica con este hombre bien entrerriano que siempre vuelve a su tierra. Su voz es de una transparencia y juventud, que impacta.
Así se sucedió esta conversación, tan simple como una lluvia en el campo, quizás.
- Usted me ha dicho que es un hombre que “se fue” de Argentina. Ahora, ¿cómo es usted cuando viene?
- Cuando vengo, vuelvo a mi provincia que es la etapa principal del viaje. El país me parece una abstracción, para mí, a esta altura del partido. Naturalmente me siento argentino pero prefiero sentirme entrerriano.
- ¿Regresa siempre en la misma época?
- Si, por problemas de salud, tengo problemas cardíacos y el calor o el frío extremo me daña, entonces elijo estos meses.
- Cuénteme, ¿cómo es en su caso la tarea de hacer poesía.
- Es trabajar, sentarse a una mesa y escribir, leer y escuchar. Lo considero un trabajo.
- ¿Qué relación tiene con los poetas jóvenes?
- En una velada que se hizo en casa de Claudia Rosa, en Paraná, tuve oportunidad de escuchar sus poesías. Tienen las inquietudes que tenemos todos, de sobrevivir, de estar vivos, ésa es la condición esencial para que un poema esté vivo al cabo de un tiempo de trabajo.
- En sus textos aparece como una constante el tema de la lluvia. Esa lluvia que le cuenta cosas...
- Ah sí, ¿y a quién no?, ¿a usted no? Ahora hubo una lluvia grandísima.
- Y cuando la lluvia cae así con tanta fuerza, ¿qué le dice?
- Ahora en la ciudad, menos dice. Yo prefiero estar en el campo. En las ciudades todo está bajo techo, en cambio en el campo es diferente, el eco y la resonancia es otra, pero además la gente estaba contenta porque hacía falta el agua en algunas provincias.
- ¿Qué diría de París?
- Es un lugar donde yo puedo trabajar, donde consigo concentrarme después de tantos años de estar allá. Todavía puedo llegar a mi pieza y sentarme a escribir, dejar el teléfono de lado. París es un lugar de concentración para mí, además de ser una bella ciudad que ya conozco y puedo seguir visitando si alguien llega para ir a tomar un café; pero ya no representa para mí un hito urbano como lo es para mucha gente que no la conoce, claro, y que vale la pena conocer. Es el lugar donde puedo trabajar, no es más que eso y no es menos que eso.
PALABRA REUNIDA.
- Actualmente, ¿en qué está trabajando?
- En un nuevo libro de poemas y también en la edición de otro para (la editorial) Adriana Hidalgo. Estoy trabajando además con Allá lejos y hace tiempo, de Guillermo Hudson, además del teatro reunido que se está haciendo en Paraná, con la editorial de la UNER.
- Hacer poesía, dijo alguna vez, significa excavar cada vez más abajo.
- En mi caso sí, pero no es universal. Cada poeta tiene su método y su alter ego poético. En mi caso he escrito siempre el mismo libro, desde distintos ángulos y excavando cada vez más profundo para que las cosas salgan de otra manera cada vez. Pero lo que mueve mis poemas es lo mismo, el pasado, el tiempo, la amistad, la provincia. Creo que es lo mismo pero es la gente que la que sabe mejor que yo sobre eso. Cada poeta tiene su clave.
- A usted, ¿qué le pasa con el tiempo que pasa?
- Somos tiempo, somos memoria, somos ocasiones perdidas, somos muchas cosas que pueden muy fácilmente ir hacia la vertiente negativa del hombre. Somos todo eso y mi poesía trata de rescatar todo eso y hacer con ello una cosa menos negativa.
- ¿Cómo ve a la palabra en relación con el tiempo, la vida moderna?
- La palabra está en pugna contra el tiempo; en tanto hay palabra ya el tiempo es como si se quedara un poquito en la retaguardia, me parece a mí.
En cualquier palabra poética, la palabra dicha, me parece que el tiempo tiene como una necesidad de quedar detrás de todo esto que hablamos.
Por el teatro de Calveyra
-¿Qué artistas del teatro le llaman más la atención?
- Esquilo, Beckett y Shakespeare naturalmente son mis pilares. Habrá otros pero en estos momentos son ésos; sobre todo Esquilo.
Con ese interrogante, la charla derivó en las obras de teatro prácticamente inéditas de este autor que recién ahora podrán conocerse mejor, gracias a la publicación de la Editorial de la UNER. Calveyra contó que son obras a las que consideró “viables, puede haber otras pero no sé donde están y mejor que no estén”.
Según precisó, el volumen de UNER incluye Cartas de Mozart, Moctezuma, El eclipse de la pelota, Latin América Trip, El diputado está triste, La selva. “Cada obra son muchos años de trabajo pero la frecuencia son cuatro o cinco años por pieza”, agregó.
Qué lee, qué ve, qué escucha este hombre de letras, quiso saber EL DIARIO. “Leo mucho y releo. Leo mucho Montaigne de manera periódica y a los clásicos españoles del Siglo de Oro. Releo todo eso y también a los que recién empiezan que me mandan sus libros, de Argentina o de otros países. Escucho radio, no veo televisión y voy muy poco al cine”, dijo.
- ¿Por qué razón no mira televisión?
- Porque es una degradación del ser humano ver televisión, poco a poco. Y en la Argentina no le digo nada. Muchas de las cosas que suceden aún en el plano político, es la televisión la causante de todo eso, la mediocridad absoluta.
- Volviendo al teatro, ¿quiénes fueron sus maestros?
- Así como Mastronardi lo fue en poesía, algunas puestas en escena, mágicas, como el Marat Sade (Peter Weiss) o el Rey Lear (Shakespeare) de Peter Brook, son puestas que exceden toda capacidad de comprensión, por la magia, por la importancia y por el talento puesto. Es más que todo, más que lecturas. Eso fue el viaje, irme de aquí a Francia.
- Lo último que quería decirle, que quizás debería haber sido lo primero...
-No importa, no importa.
- ...es que el contacto con Ud. surgió a partir de los poetas que están detrás del sello Mágicas naranjas, que lo involucra... ¿Qué le parece ese proyecto?
- Me encanta, me parece que es una de esas cosas para fundar una ciudad. Que los chicos puedan leer cosas de interés y no estupideces, sacarlos un poco de la televisión.
Yo sé que la tarea es ímproba pero bueno, ellos, dos personas (los editores Gustavo Gottfried e Hilda Fernández) pueden manejar y mover mucho más de lo que uno cree, en el buen sentido de la palabra.
Sé que los tiempos pueden más que uno pero justamente hay que luchar con la palabra, con la bella palabra, bellos poemas, bellas imágenes. Es más que linda y más que buena idea. Nos quedamos cortos.
Del Libro de las mariposas
Mandarte noticias con los barriletes, con el hilo invisible de las venas.
Oírse la respuesta con el oído sobre la tierra del campo.
He corrido al lugar de donde se volaron esos pájaros, de allí vuelvo, de ese lugar vacío entre las manos.
AL MARGENPoesía e infancia. “Porque poesía e infancia habitan un mismo territorio, queremos recrear en cada libro ese universo mágico y lúdico, donde las palabras se encuentren con las imágenes y los nuevos lectores con los grandes poetas”, eso dicen los editores de los tres primeros libros del sello Mágicas naranjas que a fines de noviembre, presentará Cartas para que la alegría, de Calveyra, con ilustraciones de Martina Fraguela; Variaciones de la luz, de Diana Bellessi y Azar y necesidad del benteveo, de Alicia Genovese.
Dramaturgia. La Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Eduner) prepara la edición de los textos teatrales producidos por el escritor entrerriano Arnaldo Calveyra, entre los años 1956 – 1988, con un estudio preliminar e introducción a cargo de la profesora Claudia Rosa.
Mónica Borgogno